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Como raza humana entendemos que lo que hacemos mejor, es rechazar lo que hace el otro e inventarnos una razón para ensuciarnos las manos, con el fin de crear algo innovador en espera de que alguien más lo juzgue y abandone posteriormente. Acá abarcaremos como el arte de la tierra salta del confinamiento citadino, olvida el ideal de eternidad y aprende a involucrar el proceso de creación dentro de una obra que es hecha o forma parte de su entorno.

El capítulo empieza introduciéndonos al mundo del arte de la tierra que es sucesor de los movimientos artísticos de la Anti-forma y el Minimalismo. Surge en Estados Unidos con el nombre de Earth Art orientando a que las obras son creadas con materiales procedentes de la tierra y en Europa como Land Art enfocándose en la tierra como soporte que es manipulado o alterado con el fin de producir una acción artística. Uno de sus primeros exponentes es Robert Smithson, quien plantea la necesidad de tiempo y lugar para la creación de la obra artística, indagando mayormente en el lugar; que define varias veces en dos categorías el SITE, que es el espacio abierto sin connotación artística y el NON SITE que es un espacio interior usualmente relacionado con el mundo del arte. Por supuesto que el arte de la tierra se realizara en el SITE y será expuesto por medio fotográfico o en pequeños ejemplares en el NON SITE. En 1968 R. Smithson publicara un artículo considerado como el manifiesto del arte de la tierra y posteriormente dará inicio al boom de los earth works en las galerías Neoyorquinas, donde se introducirán artistas que inician su carrera en el earth art, tales como Walter de Maria, Michael Heizer, Dennis Oppenheim, etc.

Entonces ¿fue acaso el arte de la tierra una verdadera forma revolucionaria de arte?

Si, ya que plantea la necesidad de una reconexión con nuestros ecosistemas, alejándonos de la ciudad industrializada e intentando más allá del objetivo mismo de crear arte, entender un proceso de conexión artista-entorno. A lo que se refiere al hecho de volver arte la naturaleza o la tierra, es una forma de que nuestra sociedad, considere algo arte y por lo tanto lo deje de ver como un espacio a construir o a destruir y lo entienda como un territorio de carácter estético que ya es suficiente por sí mismo.  Este acto dentro de la naturaleza implica que la obra no es eterna, es momentánea, debido a que todo acto natural siempre tiene un fin, la muerte; el objetivo de la obra no es su final (su muerte) sino todo su proceso creativo y de creación (su vida),  la única forma de compartir estas obras, es por medios externos a la misma como la fotografía y el video, ya que la obra en la mayoría de los casos ya culmino, hecho que quita el carácter natural y experiencial de la pieza. Como cualquier movimiento cada artista va a tener un proceso de creación diferente y hasta un concepto alterno de este mismo; desde las percepciones visuales en espacios temporales de Nancy Holt y Jan Dibbets, hasta los earth rooms de Walter de Maria. Cada uno de estos acercamientos son distintos, pero uno de los que intenta la reconciliación del espacio natural y el territorio industrial seria Robert Smithson que aclara la necesidad de tanto el SITE como el NON-SITE, uno como medio expositivo del otro.

Para concluir, el arte de la tierra plantea la necesidad de una reconexión entre artista y entorno, enfocándose en su mayoría a espacios naturales olvidados, crean una obra de arte temporal con el fin de disfrutar su proceso más allá de su final deceso. Nosotros humanos necesitamos una vez más salir a lo desconocido y ensuciarnos las manos para finalmente encontrar un significado real a nuestra existencia dentro del claustro.

Dominando el Arte del Proceso desde el Siglo XX

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